Decálogo para padres de preadolescentes
1. Conozca lo que es un preadolescente
Un preadolescente, por defecto, es un ser distraído, indolente, olvidadizo. Con frecuencia parece ausente y su interés decae con facilidad, tanto en su vida social como familiar, y no digamos en su vida académica. No se lo tome como algo personal, estas actitudes no son del todo voluntarias, vienen provocadas en parte por los fuertes cambios hormonales que sufren los preadolescentes. Habrá que ayudarle a vencerse a si mismo, pero sin olvidar que su aprovechamiento del tiempo no será nunca como el de un adulto.
2. Procure que su hijo tenga modelos
Descubra por que personas famosas siente admiración su hijo: un deportista, un actor de cine o un cantante de moda. Cualquiera de ellos tendrá una apretada agenda, llena de compromisos y no pocos esfuerzos y vencimientos personales, que su hijo tal vez no imaginaba. Una buena dosis de realismo le vendrá bien para ir adquiriendo una visión más racional, las personas que viven holgazaneando y a pesar de ello triunfan en la vida son un producto de ficción.
3. Sea usted mismo un modelo
Su hijo hará lo que usted haga, no lo que diga. Aparentemente los adolescentes no se fijan en sus padres. Nada más lejos de la realidad: saben perfectamente si somos o no puntuales, ordenados, trabajadores, los adolescentes se sienten atraídos por los adultos coherentes, de modo que sirve de poco “predicar” y luego no ir por delante.
4. No pierda el tiempo con largos sermones esporádicos
Un seguimiento cercano, aunque no agobiante, es más eficaz que una buena reprimenda cada vez que llegan unas calificaciones inferiores a las esperadas. Los chicos necesitan que les recordemos a menudo, con cordialidad pero con firmeza, que es lo que les toca hacer en ese momento.
5. Ayúdele a optimizar el esfuerzo
Debido a las dificultades propias de esta edad puede hacerse más costoso el trabajo intelectual. Necesita herramientas para aprovechar con eficacia sus ratos de estudio (método, elaboración de esquemas,...) y evitar así los largos ratos sentados delante de los libros, que resulta improductivos y tediosos.
6. Intente motivarle con planes que le ilusionen
Un partido de fútbol, un programa que le guste (y que sea adecuado), una película en cine o en casa. Siempre es más fácil esforzarse cuando hay una recompensa, y en estas edades la simple satisfacción del deber cumplido no suele ayudar demasiado.
7. Mantenga el espíritu deportivo y el buen humor
Es posible que en la batalla para conseguir que su hijo preadolescente aproveche el tiempo sufra tantas derrotas como victorias o incluso más; es necesario no desfallecer, no tirar la toalla, porque así él aprenderá también a recomenzar las veces que haga falta, sin desánimos.
8. Evite comparaciones
Hay que desterrar comentarios como “Fíjate en tu hermana que saca tiempo para recibir unas clases particulares” o “mira a tu amigo Alejo, entrena doce horas a la semana y además saca excelentes notas”. Cada uno es cada uno, y en el preadolescente lo único que provocan las comparaciones es rebeldía y mal humor.
9. Busque el equilibrio
Busque un equilibrio entre la necesaria flexibilidad y la irrenunciable firmeza en criterios básicos que garanticen un orden: horarios, control de contenidos y del tiempo dedicado al ocio (internet, tv, juegos electrónicos...)
10. Asegúrese de que su hijo sabe que usted le entiende
A su edad, la escala de valores tiene poco que ver con la nuestra. En nuestras manos está que cada conversación no degenere en discusión. No intentemos agotar los temas, decir la última palabra. Una actitud más conciliadora y abierta resulta más provechosa. Si notan que les comprendemos, aumentará su confianza y tendremos mucho ganado.
Fuente: sontushijos.org
El adolescente vive una difícil "postura existencial". Ello puede ayudar a comprender las "inestabilidades" y "vaivenes" emocionales a los que se ve sometido y que suele expresar en su conducta. El adolescente suele tener una afectividad muy rica pero inestable, extremista en sus estados de ánimo (grandes alegrías y grandes tristezas) y ambivalente en sus acciones.
A veces, se muestran irreflexivos, se angustian, o entran el pánico. Por eso, su conducta resulta algo extraña y muchas veces "desconcertante". Podemos plantearnos el "porqué" de todo esto:
La angustia: Ya hemos visto que gran parte de los cambios que se dan en el adolescente (los cambios corporales y sociales) tienen un denominador común en cuanto a consecuencias: les provoca angustia. La angustia es uno de los fenómenos más frecuentes en el adolescente. Esta angustia a veces se expresa en forma de miedos, o de sentimientos de extrañeza, o en "nostalgias". Otras veces se elabora en forma de rebeldía, de depresión, de soledad... etc.
La inseguridad: Junto a la angustia, e inseparable de ella, surge la inseguridad. El adolescente se nota incierto ante sí y ante lo que le rodea, por eso es ambivalente frente a la mayoría de las cosas.
La introversión: La inseguridad y la angustia, unidas a su capacidad de conceptualización, conducen al adolescente a un "meterse en sí mismo". Se vuelve introvertido y se plantea una serie de cuestiones acerca de él mismo: ¿Quién soy yo?, ¿qué quiero?, ¿adónde voy? No le resulta fácil contestarse: no se comprende a sí mismo y por eso piensa que los demás tampoco le comprenden. Esto lo desanima, duda de sí, se siente inseguro y todo ello contribuye a que se aísle (se "encierra en su habitación"... etc.).
Mecanismos de defensa: Los mecanismos de defensa más frecuentes utilizados por el adolescente y que explican alguna de las conductas que observamos en ellos, son:
1. La fantasía: el "soñar despierto" imaginándose grandes, queridos, admirados...
2. La sublimación: no sabe cómo enfrentarse con situaciones concretas.
3. La intelectualización: se sumergen en divagaciones y explicaciones para todo.
4. El ascetismo: deseo de "poder" y así sentirse "controladores" de lo que les desconcierta.
Por: Carmen Gómez
Fuente: Aciprensa
Si tiene un hijo adolescente próximo a obtener su licencia de conducir, sepa que tanto él como usted son responsables ante la situación de adquirir dicha licencia. Su hijo, con su conocimiento sobre el manejo y sus aptitudes físicas y psíquicas, y usted, con la responsabilidad de otorgarle la autorización teniendo la seguridad de que realmente será cabal al poseerla.
Según las estadísticas, los jóvenes de 15 a 24 años constituyen un tercio del total de los accidentes de tránsito con víctimas fatales. Es decir, los adolescentes se ven envueltos en tres veces más cantidad de accidentes fatales que el resto de los conductores. Esta lamentable estadística se debe a la combinación entre la inmadurez emocional de un joven de esta edad, sus comportamientos riesgosos y la falta de experiencia en la conducción.
Teniendo en cuenta esta problemática y para comenzar a analizar la situación de la adquisición de la licencia de conducir a tan temprana edad, es necesario tener en cuenta, en primer lugar, que el tránsito de una ciudad está conformado por distintas personas que componen la vía pública; entre ellos, conductores, peatones, acompañantes, etc. Al pensar en su hijo(a) como conductor de un vehículo, no pierda de vista el riesgo que pudieran implicar aquellas otras personas que comparten este sistema con él/ella y usted no conoce.
Cuando un “no”
Para un adolescente obtener su licencia de conductor es un hecho trascendental en su vida, al mismo tiempo es generadora de ansiedad e impaciencia.
Los padres conocen muy bien a sus hijos. Por este motivo saben cómo actuarían o cuáles serían sus pensamientos o decisiones ante situaciones desconocidas o imprevistas. A su vez, reconocen si son lo suficientemente maduros y estables como para obtener una responsabilidad tan grande como la de conducir un vehículo.
Por lo tanto no vienen mal algunas recomendaciones para aprender a reconocer en sus hijos estas actitudes poco deseables que deberían desembocar en un “no” a la autorización de la deseada licencia. Algunos ejemplos:
1. Si la personalidad de su hijo es impulsiva, inestable o agresiva.
2. Si es irresponsable o inmaduro en sus situaciones cotidianas (estudio, trabajo, etc.).
3. Si suele exponerse o verse envuelto en situaciones peligrosas. Si participa de peleas o discusiones habitualmente.
4. Si su actitud frente a la autoridad es inapropiada, si responde o no a las órdenes, etc.
- Si copia actitudes peligrosas de determinados amigos o se deja llevar por ellos en cualquier situación.
Educación y compañía
¿Puede un adolescente aprender solo a manejar y tener conciencia de cómo comportarse? Creemos que el adolescente debe contar con el apoyo de sus padres quienes así lo inicien en la práctica de la conducción. De esta manera, el joven tomará todas las modalidades y ejemplos prácticos que el padre le transmita en forma clara y de fácil entendimiento haciendo hincapié en las normas de seguridad. Proponer una conducta que priorice la paciencia y el respeto al prójimo es una virtud a fortalecer por parte de los padres, porque lamentablemente es común encontrar a jóvenes muy lejos de este estereotipo.
En el caso de que usted no tenga la suficiente paciencia para poder enseñarle a su hijo(a) la difícil tarea de ser un conductor defensivo, tenga en cuenta la opción de las escuelas de conducción. Aquí se encontrará con personas especialmente entrenadas en esta tarea, con paciencia y vehículos adecuados para las prácticas, con aulas de entrenamiento y enseñanza en cuanto a la teoría que tendrá que saber a la hora de obtener la licencia de conducir.
Lo que intentamos mediante esta nota es esclarecer datos para que usted conozca cuál es el perfil que debería tener un conductor a la hora de sacar su licencia de conductor, y asemejarlo con la personalidad y características de sus hijos; y aunque este hecho le produzca a su hijo(a) mucha ansiedad y no pueda esperar, sepa que es un hecho que requiere de mucho conocimiento y responsabilidad, por lo cual usted como padre tendrá que evaluar si su hijo adolescente no corre peligro, ni lo generará, al obtener esta licencia para conducir.